Esa amplia capa de hielo, seguramente de varios cientos de
metros de espesor, sirvió para proteger a los más frágiles compuestos orgánicos
de la luz ultravioleta, así como también de cualquier otra amenaza exterior.
Ese resguardo, oscuro y frío, también habría ayudado a que las moléculas
resistieran más y tuvieran más posibilidades de desarrollar reacciones eficaces
importantes para la aparición de la vida.
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